Poco ortodoxa (Unorthodox) fue toda una sorpresa para mí. Durante un par de meses leí sobre ella, una amiga mía me la recomendó, y las críticas eran buenas, pero nada, no me llamaba la atención.

Unos sábados atrás estaba con mi esposo a punto de almorzar, y a veces comemos en nuestra habitación viendo algo en la televisión. Pues bien, como ninguno de los dos queremos estar horas tratando de decidir qué ver, a veces ponemos cualquier cosa, y si al terminar de comer, todavía no nos ha atrapado lo que vemos, lo cambiamos.

Ese día, a los 5 minutos de tener la comida caliente a punto de enfriarse, le dije: “Me han dicho que Unorthodox es buena, vamos a probar a ver qué tal”.

Él puso mala cara, pero, luego de que pasaran los minutos iniciales, cuando llegaron los créditos introductorios me dijo: “Va a estar buena, sigamos”.

Y así fue, la vimos completa esa misma tarde, un episodio detrás de otro, y valió la pena.

Lo interesante de la serie es que está basada en la vida real, específicamente en la autobiografía de Deborah Feldman: Unorthodox: The Scandalous Rejection of My Hasidic Roots (Poco ortodoxa: El escandaloso rechazo de mis raíces jasídicas)

Claro, obviamente se tomaron una gran libertad creativa como hacen con todos los libros que llevan a series. Estirar un libro en varios episodios conlleva cambios, y hacerlos más atractivos también influye.

Sin embargo, luego investigué los cambios que se hicieron, y me percaté de que, a pesar de las diferencias con el libro, las tradiciones y costumbres de la comunidad mencionada son exactamente como las cuentan en la serie, eso me impactó mucho.

Siempre que conozco sobre comportamientos retrógrados en la sociedad de hoy en día, causa una gran impresión en mí. Algunas personas evolucionan, otras no.

Por supuesto, existen individuos alrededor del mundo que abrazan sus tradiciones y se sienten cómodas con ellas; eso es algo que hay que respetar; pero en el caso de Esty, la protagonista de esta historia, ella era totalmente infeliz y miserable.

Esther "Esty" Schwartz, el personaje de la actriz Shira Haas, estaba atrapada en un matrimonio donde cada uno de sus movimientos eran controlados: por su esposo, su suegra, su tía y el resto de la comunidad. Un infierno.

Como dije, quienes no tienen ningún problema de vivir bajo esas circunstancias, y se sienten felices y tranquilos con ese estilo de vida, poseen el derecho absoluto de vivir como quieran; pero que acosen y obliguen a otros a coexistir de esa manera en contra de su voluntad, está mal. Muy mal.

Eso fue lo que me pareció más fascinante de la trama, la noción de que hoy en día, en el año 2020, existan familias que acuerden con quién se van a casar sus hijos, dónde van a vivir, cómo deben tratar a su pareja… me parece demasiado insólito para ser cierto. Y lo es. La jornada de la protagonista para escapar fue complicada y me mantuvo interesada en cada escena.

La serie es corta y dinámica, en ningún momento me aburrió ni me pareció tediosa; realmente la recomiendo, si tienen la oportunidad de verla; ¡no se la pierdan!

Hasta la próxima, les mando un abrazo literario.